MI PEOR MAESTRO, HASTA EL MOMENTO. 

Esta historia se remonta a la década de los 90, cuando la música de Shakira con "¿Dónde estás corazón?" y Carlos Vives con "La gota fría" comenzaban a volverse famosas, junto con novelas como "Café con aroma de mujer", de la cual solo recuerdo a Margarita Rosa de Francisco como protagonista. No tengo idea de la trama, pero mi mamá solía verla todos los días.  También recuerdo la canción de Poligamia y su novela, de la cual tampoco recuerdo de qué trataba. En esa época, yo tenía 4 años y cursaba primer grado de primaria en el Colegio Monteblanco, que tenía el mismo nombre que el barrio. Mi uniforme solía ser un buzo azul rey de cuello en V, una camiseta blanca, un jean y zapatos negros. 

El colegio era una casa grande donde dos de sus tres pisos estaban ocupados por la escuela. Curiosamente, solo recuerdo a una profesora en esa casa, otro salón con niños de grado cero y mi salón con niños de primer grado. La profesora se llamaba María, solía llevar el pelo recogido, una bata blanca que acompañaba con un rostro poco expresivo para mi gusto, zapatos de tacón y medias veladas. María nos enseñaba las vocales, las sílabas con "p" y con "m", sumas y restas. Su método para que memorizáramos estas sílabas eran largas y tediosas planas que se extendían hasta después de la jornada escolar. Al llegar a casa, llenaba un cuaderno con garabatos hechos con frustración y desgano.

Las operaciones matemáticas eran el complemento de estas tareas tediosas. Había días en los que desistía de hacer los deberes, y María, aquella profesora de rostro poco expresivo para mi gusto, me agarraba del brazo y me arrastraba hasta un cuartito oscuro debajo de una escalera, donde a veces tenía que quedarme incluso durante el recreo. Eran momentos de pánico y terror los que vivía allí, muchas veces pasaba la hora del recreo encerrado. En el mejor de los casos, era devuelto al salón mientras los demás niños jugaban y disfrutaban. No bastaba con ese castigo, además no podía disfrutar de las meriendas que mi mamá me preparaba en una lonchera plástica de color azul, las cuales a veces usaba como juguetes en momentos de ocio. Los días que estuve en esa institución no los pasaba bien, aprendía de manera apresurada, pero solía mojar mis pantalones con frecuencia. Al final, esto se convirtió en la razón para poder salir temprano y regresar a casa, con la lonchera azul de plástico cubriendo los pantalones mojados, pero con la tranquilidad de no estar más allí.

MIGUEL ANGEL CUTIVA
LICENCIATURA EN DISEÑO TECNOLOGICO
HABILIDADES COMUINICATIVAS
CODIGO: 2024101021




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